jueves, 30 de abril de 2015

EL SUEÑO CON GAUDÍ

Por Graciela Alexandra Barrón Herrera
Alumna de cuarto semestre de la Maestría en Diseño Arquitectónico

Resumen

Este documento habla sobre la descripción de un sueño del autor, donde el protagonista es Antonio Gaudí, se muestra la importancia de la percepción del espacio y el análisis del comportamiento humano y como un arquitecto puede crear espacios con la misma función pero con diferentes perspectivas y sensaciones.

Palabras clave: Percepción, Espacio, Comportamiento humano.

Abstract
This essay discusses the description of a dream of the author, where the protagonist is Antonio Gaudí, the importance of spatial perception and analysis of human behavior is shown as an architect can create spaces with the same function but with different perspectives and sensations.

Key Words: Perception, Space, Human Behavior.

Objetivo
Despertar en el lector el interés por la percepción del espacio y de lo que ocurre alrededor del; el fomentar en el arquitecto la percepción del espacio y de las sensaciones, así como de las personas que hacen uso de un espacio, con el fin de crear espacios que más allá de una función brinden una sensación.

Introducción

A lo largo de nuestra vida tenemos miles de sueños que son olvidados en el momento en el que terminan, este documento habla sobre un sueño que realmente existió y que logró permanecer la mente para ser escrito y dejar de ser un simple sueño para convertirse en un medio de reflexión.
No todos los sueños se convierten en realidad, pero   todos los sueños son el  despertar de las ideas si logran permanecer vivos.

Contenido

Una noche como cualquier otra tuve un sueño diferente a los que comúnmente recuerdo; mi sueño fue en un parque pero concretamente  la imagen central de mi sueño era la banca de un parque, una banca alargada hecha de piedra de  lo que se podía ver que era cantera rosa; esta banca era muy  al estilo de el jardín de independencia de mi natal Zacatecas, con una cantera porosa y fría con un color tan cálido como el abrazo de un niño.

En este sueño estaban en la banca  cinco hombres de alrededor de 80 años sentados como cualquier abuelo en cualquier parque de cualquier pueblo;  se encontraban tomando el sol  en silencio, con la mirada perdida, calentando sus cuerpos como si eso aliviase los dolores físicos que la medicina ya no puede curar, tratando de aliviar  las heridas del alma  que un joven ignora o deja pasar pero que al pasar de los años y al ser ya mayor,  con la  sensibilidad inimaginable para recordar detalles, (la que te dan solo los años),  esa sensibilidad que hace recordar  heridas de toda una vida tales como: un abrazo inexistente, un amor perdido, un adiós, una esperanza perdida,  un hijo que se encuentra lejos físicamente, un hijo muerto en contra de la ley de la vida donde los hijos entierran a sus padres o aun más doloroso un hijo lejos en espíritu, una soledad  que se siente en el alma aunque se tenga de familia 6 hijos, 12 nietos y 3 bisnietos, o bien la impotencia  de no poder  disfrutar la vida como cuando se tienen 50 años menos.

Las ropas de todos estos viejos consistían en  pantalón, camisa , una chamarra corta y una típica camiseta interior blanca;  pero no eran todas sus ropas iguales, pero más diferentes aún eran sus miradas, en cada uno de ellos se podía leer  una historia muy diferente, en ella se podían ver los detalles que cualquier persona que carece de la virtud de ver el alma en los ojos  y que es distraída por lo meramente físico, material y banal como las ropas, peinados y  la carta de presentación visual que llaman imagen personal, esa  imagen en la cual un joven moderno con grandes aspiraciones al verlos  pensaría que la situación en la que estos viejos se encontraban estaría muy alejada a lo que le depararía el futuro, sin saber que en la ruleta de la vida todos podríamos estar algún día sentados en esa misma banca.
 En lo que si coincidían todas las ropas de los viejos  era en que todos los atuendos tenían una gama de colores como si el arcoíris fuera en tonos ocre, sus ropas tenían la misma vitalidad del color de sus ojos cansados.

En este sueño estos cinco cuerpos cansados se encontraban como si tuvieran un tiempo diferente al del resto de los personajes que aparecieron en escena, como si el tic tac de sus relojes fuera de un lento caminar y como el sonido  profundo del goteo de agua que se infiltra dentro de una cueva fría.

Y como si fuera una burla del destino a la estadía de estos personajes, el parque se veía lleno de vida; con un sol resplandeciente sobre las hojas verdes de las copas de los arboles que servían de abrigo a las aves que se postraban en las ramas; pude percibir una brisa que amortiguaba el calor de esa tarde y que provocaba el carraspeo de alguno de estos viejos que sin más solo tomaba un pañuelo y recuperaba su posición inicial como si fuese el modo más seguro de continuar con la misión de captar los rayos de esa tarde.

Sobre la banca estaba una balaustrada por la cual se veía la gente pasar; recuerdo ver a una pareja de novios con la ilusión que solo los que no han llorado un desamor tienen, se podía ver en ellos el brillo en la mirada mientras unas palomas tomaban el vuelo enmarcando el paso de estos jóvenes adolescentes;  también vi pasar a una señora  de no más de 40 años pasar por un lado de esta pareja como si el tiempo estuviera avanzando más rápido que sus pensamientos, me llamo la atención que su mirada estaba perdida en lo que parecía un cumulo de ideas, pensamientos y preocupaciones;  dentro de mi sueño pensé: ¿cómo es que esta persona no está viendo lo que yo veo desde aquí?, ¿cómo puede formar parte de un entorno sin siquiera saber cuál es?, ¿cómo pudo ignorar el sol resplandeciente, la brisa en la piel, el sonido de las hojas de los arboles, las aves alzar el vuelo, el olor provocado por un el jardinero que estaba al fondo del parque?; ese olor característico a pasto recién cortado y húmedo, ¿cómo podía ignorar a la pareja enamorada y perderse  el momento que al verlos era imposible no recordar el amor más sincero e inocente que todos alguna vez hemos tenido?, ¿cómo ignorar a esos 5 hombres sentados ávidos de recibir una sonrisa, un saludo y no se hable de una charla donde pudiesen repetir una vez más sus anécdotas de juventud donde  el amor, la juventud  y la pasión por las pequeñas cosas no faltan en ningún relato?, ¿cómo es que esta señora no vio a los niños que se divertían por el simple hecho de estar ahí?.

Observé  detenidamente a estos cinco cuerpos cansados que estaban frente a mí, todos me causaron una intriga natural, ya que aparte de sentir intriga es fascinante  tener a una persona en el campo visual de la que no s e sabe nada más de lo que la imaginación  hace saber al detenerse a analizar y crear una historia de lo que está pensando o ha vivido ese ser.

Como si fuese una cámara de cine, mi campo visual se hizo lineal como si quisiese enfocar detenidamente una imagen y quisiese que observara las características de los cinco hombres que tenia frente a mí,  dentro de esta toma pude ver de cerca a estos personajes recorriendo la mirada de derecha a izquierda de una manera lenta; las características  de cara mirada eran distintas;  el primer hombre tenía una mirada de dolor, estaba algo encorvado con una camisa clara, me pareció que su mirada estaba recordando esos tiempos cuando se enamoró de una joven de cabello negro y la conquisto con  el ramillete de flores que compró en ese mismo jardín; el segundo viejo era alto y con un bigote que tapaba la mitad de sus labios, erguido como resistiendo el agotamiento de los años, ensayaba tener una mirada dura que ocultaba la  mirada  que añora un abrazo de su madre; el tercer viejo tenía un sombrero postrado en su pierna derecha, su camisa a cuadros  se veía tan desgastada como sus sueños y sus pantalones vaqueros con un color miel tenían  el espíritu de un joven de dieciocho  años, su mirada se veía con la esperanza de encontrar a alguien que quisiese entablar una larga conversación o un buen juego de dominó; el cuarto viejo lo pase sin reparar en el por el momento,  y al quinto viejo lo vi con una mirada vacía como si se tratase de alguien donde su mayor anhelo es llegar a descansar en la muerte, le vi flaco y con unos ojos hundidos, sus piernas hacían ver sus pantalones dos tallas más grandes.

Fue entonces cuando regrese la mirada al cuarto viejo, sentí mi respirar al verlo como el  gran suspiro que infla tus pulmones cuando crees que no piensas en nada y lo piensas todo; este viejo era el que tenía las ropas mas gastadas y viejas, como si no se hubiesen lavado en meses, tenía una camisa color amarillo claro con tres botones sin abotonar que dejaban ver su camiseta interior, un pantalón gastado y unos pies descalzos; tenía una barba que tapaba la mitad de su cuello y  una ceja que me dificulto ver su mirada lo cual  me hizo voltear a ver sus manos, unas manos con venas saltadas como si dentro de ellas corriera una sangre espesa, vi sus uñas, esas uñas eran gruesas y pude ver las líneas de sus uñas; fue entonces cuando recordé las de mi abuelo, imagine que si pudiese llegar a acercarme y tocar sus manos serían con una piel tan dura como la vida, pero con una calidez que puede enternecer a cualquiera con tan solo sentir que toman tu mano; fue entonces cuando vi sus ojos  y vi que tenían una concentración desconcertante, vi que ese viejo  estaba observando a unos niños jugar corriendo de un lado a otro analizando sus juegos, se le veía la ilusión en la mirada profunda a pesar de la soledad que reflejaba, pude ver que ese viejo tenía algo más que su soledad, en mi sueño observe a este viejo y como si de pronto se tratase de un hecho real , afirme conocer su historia.

Ese viejo era alguien con sueños grandes como su soledad, al ver a esos niños jugando a correr de un extremo del parque al otro, el analizaba las limitantes de su juego  y de pronto como si me metiera en su  mente entendí lo que pensaba, ese viejo al ver a los niños dijo dentro de sí,¿ porque hay parques donde un niño puede correr de un extremo a otro? pudiendo existir un parque donde los niños puedan correr sin límites, donde las formas orgánicas los lleven a correr hasta donde su espíritu continúe con su libertad natural, donde el viento no corte, donde al llegar fluyas como una hoja empujada por el viento;  fue ahí donde caí en cuenta que ese viejo que estaba soñando era un hombre que admiro, ese viejo ignorado en mi sueño hasta por mí, era un hombre llamado Antonio Gaudí y ese parque que imaginó ese viejo en ese momento era el parque Güell.

Me quede observando a los niños correr y pensando cómo es que en la vida cotidiana hay tan diversos modos de ver el entorno que nos rodea, como es que un viejo solitario que es ignorado por la gente que lo rodea, pudo haber tenido un momento donde sin tener  una ilusión inocente como los novios que pasaron detrás de él, sin tener prisa como la señora que paso sin observar nada, sin tener una jardín que mantener hermoso como el jardinero del fondo, sin tener donde resguardarse ni como levantar el vuelo como las aves del parque, sin tener la juventud de los niños jugando y teniendo totalmente la vida tan dura como todos los otros viejos, tuvo en ese momento una ilusión, la ilusión de cambiar el sentido del concepto de un parque con una idea que pudo haberse quedado en un pensamiento, pero que al ser creada convirtió una  banca cuadrada que pudo doler en cada vertebra  de todos los viejos en  bancas con  formas tan orgánicas como un el abrazo de una madre a su hijo,  creando perspectivas infinitas como si hubiese buscado darle a todas las miradas de los viejos un foco donde centrar la mirada y robarles un suspiro que alegrara su corazón.
Después paso por mi mente como este hombre murió, y confirme que la grandeza de una persona no se da en la forma de su muerte, si no en la forma de dejar plasmada su vida.

Este fue mi sueño, tan real o irreal como lo delate la historia, pero tan intrigante para mí como lo es mi pensar dentro de mis sueños al dormir.

Conclusión

La vida cotidiana ha ido matando lentamente el instinto de percepción de los seres humanos, en la actualidad somos seres que debemos luchar por volver a los instintos naturales  para poder apreciar los pequeños detalles.

Como arquitectos tenemos la bendición de crear espacios, y tenemos la obligación de trabajar en el despertar de nuestra percepción no solo del espacio, si no de los colores, olores, necesidades, sensaciones, funciones etc. Todo gran arquitecto que haya destacado ha tenido un momento de concentración en la percepción antes de tener una gran idea o una gran obra, antes si quiera de tener un lápiz o un mouse en la mano. Y tú ¿Cuántas veces detienes el tiempo para percibir antes de diseñar?


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