martes, 1 de julio de 2014

Edificios modernos, en la civilización del espectáculo

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“Edificios modernos, en la civilización del espectáculo”

 

 

Autor: Maritza Lizeth Mata Trejo

 

Publicado en: http://www.medauad.blogspot.mx/

 

01 de julio de 2014

RESUMEN

La arquitectura además de darnos respuesta al confort y satisfacer las necesidades funcionalmente de los habitantes, hace un conjunto de edificaciones que conforman una ciudad, y este conjunto es un espetaculo de edificios para los visitantes o habitantes de la ciudad, algunos de ellos son agradables a la vista y crean armonía al conjunto, pero hay otros que no caben en el espacio y se convierten en un espectáculo, por ello este es un análisis inspirado en el libro: “La civilización del espectáculo” del escritor Mario Vargas Llosa

Palabras clave: arquitectura, espectáculo, civilización.

ABSTRACT

The architecture besides giving us comfort and response to functionally meet the needs of the citizens, makes a complex of buildings that make a city, and this set is a Espetaculo buildings for visitors or residents of the city, some of them are nice to view and create harmony to the whole, but there are others that do not fit in the space and become a show, so this is an analysis inspired by the book "La civilización del espectaculo" writer Mario Vargas Llosa

Keywords: architecture, spectacle, civilization.

INTRODUCCIÓN

La palabra cultura ha sufrido una metamorfosis que no podemos dar una definición de cultura en nuestros tiempos, en lo que coinciden diferentes autores en sus tesis; es la crisis profunda que atraviesa la humanidad y por lo tanto la cultura contemporánea, otra corriente habla de una nueva cultura edificada sobre las ruinas de la que ha venido a suplantar.

El tema de este libro fue inspirado por el ensayo de T.S. Eliot fue un poeta, dramaturgo y crítico-literario anglo-estadounidense que escribió Note Towards the Definition of Culture en 1948.

OBJETIVO

El objetivo de este ensayo es porque el libro nos muestra como los edificios contemporáneos o de diferentes estilos hacen una pauta en la arquitectura y son comparados con objetos de la vida cotidiana y algunos de estos edificios son un espectáculo para nuestros ojos, y otros no caben en el entorno en el que se construyeron.

DESARROLLO

La palabra cultura ha sufrido una metamorfosis que no podemos dar una definición de cultura en nuestros tiempos, en lo que coinciden diferentes autores en sus tesis; es la crisis profunda que atraviesa la humanidad y por lo tanto la cultura contemporánea, otra corriente habla de una nueva cultura edificada sobre las ruinas de la que ha venido a suplantar.

El tema de este libro fue inspirado por el ensayo de T.S. Eliot fue un poeta, dramaturgo y crítico-literario anglo-estadounidense que escribió Note Towards the Definition of Culture en 1948.

T. S. Eliot cuyo propósito era que definir el concepto de cultura.

Según Eliot una cultura estructurada en tres instancias; el individuo, el grupo o elite y la sociedad en su conjunto. Y aunque hay intercambios entre las tres, cada cual conserva cierta autonomía y se halla en constante confrontación con las otras, dentro de un orden gracias al cual el conjunto social prospera y se mantiene cohesionado.

Cada clase tiene la cultura que produce y le conviene, y aunque, naturalmente, hay coexistencia entre ellas, también hay marcadas diferencias que tienen que ver con la condición económica de cada cual. Esta idea de clase no es rígida o impermeable para T. S. Eliot, sino abierta. Una persona de una clase puede ascender a una superior o bajar a una inferior, aunque es más una excepción que una regla.

La cultura se transmite a través de la familia y cuando esta institución deja de funcionar de manera adecuada el resultado, es el deterioro de la cultura. Luego de la familia, la principal transmisora de la cultura a lo largo de las generaciones ha sido la Iglesia, no el colegio. No hay que confundir cultura con conocimiento. El conocimiento tiene que ver con la evolución de la técnica y las ciencias, y la cultura es algo anterior al conocimiento, una propensión del espíritu, una sensibilidad y un cultivo de la forma que da sentido y orientación a los conocimientos.

Cultura y religión no son la misma cosa, pero no son separables, pues la cultura nació dentro de la religión y, aunque con la evolución histórica de la humanidad se haya ido apartando parcialmente de ella.

George Steiner en 1971 publicó In Bluebeard’s Castle. Some Notes Towards the Redefinition of Culture como repuesta al libro de Eliot.

La explicación de Steiner se asocia estrechamente a la religión, la que, a su juicio, está vinculada a la cultura, tal como sostuvo Eliot, pero sin la estrecha dependencia con “la disciplina cristiana” que éste defendió, «el más vulnerable aspecto de su argumentación. A su juicio, la voluntad que hace posible el gran arte y el pensamiento profundo nace de una aspiración a la trascendencia, es una apuesta a trascender. Éste es el aspecto religioso de toda cultura.

La cultura occidental está lastrada por el antisemitismo desde tiempos inmemoriales y la razón es religiosa. Se trata de una respuesta vengativa de la humanidad no judía hacia el pueblo que inventó el monoteísmo, es decir, la concepción de un dios único, invisible, inconcebible, todopoderoso e inalcanzable a la comprensión e incluso a la imaginación humana.

El dios único a reemplazar aquel politeísmo de dioses y diosas accesibles a la multiplicidad humana.

Pero la muerte de Dios no significó el advenimiento del paraíso a la tierra. El mundo, liberado de Dios, poco a poco fue siendo dominado por el diablo, el espíritu del mal, la crueldad, la destrucción, lo que alcanzará su paradigma con las carnicerías de las conflagraciones mundiales.

Con este cataclismo acabó la cultura y comenzó la era de la poscultura.

Uno de los rasgos de la poscultura es no creer en el progreso, el eclipse de la idea según la cual la historia sigue una curva ascendente, el predominio del Kulturpessimismus o nuevo realismo estoico.

La posmodernidad ha destruido el mito de que las humanidades humanizan. No es cierto lo que creyeron tantos educadores y filósofos optimistas, que una educación liberal, al alcance de todos, garantizaría un futuro de progreso, de paz, de libertad, de igualdad de oportunidades, en las democracias modernas... las bibliotecas, los museos, los teatros, las universidades, los centros de investigación por obra de los cuales se transmiten las humanidades y las ciencias pueden prosperar en las proximidades de los campos de concentración.

Antes se hablaba que el alcance del conocimiento a todo ser humano lo haría mejor con valores mayor definidos, teniendo como valor primordial la vida pero contrario a lo que se pensaba la cultura lo ha desvalorizado, lo ha deshumanizado. Se sobre valoran los medios de alcance por encima del conocimiento u la cultura en sí. Es mayor lo que se tiene a lo que se sabe.

El temor deja de existir y ya no solo a una justicia divina sino también a una justicia terrenal. Las instituciones dejan de tener valor dentro de una sociedad, han dejado de tener legitimidad ante el ser humano.

La percepción de arte y la cultura se convierte en ambigua se entra en modas más que en conceptos.

El ser humano se convierte en un ser manipulable y manejable mediante técnicas que la cienci ha ido descubriendo.

Otro de los ensayos que analiza el autor La Société du Spectacle de Guy Debord escrito en 1967 nos habla de la cultura capitalista, la obsesión por el consumo. La adquisición obsesiva de productos manufacturados, que mantengan activa y creciente la fabricación de mercancías, produce el fenómeno de la reificación o cosificación del individuo, entregado al consumo sistemático de objetos, muchas veces inútiles o superfluos, que las modas y la publicidad le van imponiendo. La cultura de esta sociedad no se adquiere mediante estatus, clase, valores, conocimiento o devoción sino mediante la adquisición de mercancías periódicamente.

Perdiéndose una identidad del individuo como un ser capaz de discernir entre lo que quiere y lo que se ofrece, se ha convertido en un mercado no solo de productos sino también de personas, somos una pieza dentro del mundo de la mercadotecnia.

Debord acepta como verdad canónica la teoría de la historia como una lucha de clases y la reificación o cosificación del hombre por obra del capitalismo que crea artificialmente necesidades, modas y apetitos a fin de mantener un mercado en expansión para los productos manufacturados. Creaciones que han sido previamente manipuladas e introducidas en su cerebro como ideas propias.

En su mayoría Debord habla de conceptos y situaciones meramente económicas que aunque el autor lo separa de su ensayo son en nuestros días determinantes para la dirección que va encaminada la cultura de una sociedad capitalista como la nuestra ya que los números y las estadísticas podemos encontrar analizando estos los preceptos de una cultura.

Para el autor La civilización del espectáculo está ceñida en cambio al ámbito de la cultura, entendida como ideas, valores estéticos y éticos, y obras de arte y literarias que interactúan con el resto de la vida social y son a menudo, en lugar de reflejos, fuente de los fenómenos sociales, económicos, políticos e incluso religiosos.

La sociedad es el producto de las manipulaciones de gobiernos y grupos de poder económico y esos son los que determinaran en gran medida su cultura.

Buen número de trabajos en los últimos años han buscado definir los rasgos característicos de la cultura de nuestro tiempo en el contexto de la globalización, la mundialización del capitalismo y los mercados y la extraordinaria revolución tecnológica. Uno de los más perspicaces es el de Gilles Lipovetsky y Jean Serroy, La cultura-mundo. Respuesta a una sociedad desorientada. Sostiene la idea de la entronización en nuestros días de una cultura global o la cultura-mundo que, sustentada en el eclipse progresivo de las fronteras por obra de los mercados, la revolución científica y tecnológica (sobre todo en el campo de las comunicaciones), viene creando, por primera vez en la historia, unos denominadores culturales de los que participan sociedades e individuos de los cinco continentes, a los que van acercando e igualando pese a las distintas tradiciones, creencias y lenguas que les son propias. Esta cultura, a diferencia de lo que antes obedecía a este nombre, ha dejado de ser elitista, erudita y excluyente y se ha convertido en una genuina en una cultura de masa. Su intención es divertir y dar placer, posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos. Lo que inventan las industrias culturales no es más que una cultura transformada en artículos de consumo de masas.

Su objetivo es simple dar pacer en el menor esfuerzo posible llegando a un mayor número de personas.

CONCLUSIÓN

El ser humano es 90% visual y la manera de llegar a él es mediante imágenes que contengan ideas de lo que se quiere.

El individualismo y el aquí y el ahora rigen las metas del ser humano.

No se busca la trascendencia sino la aceptación y aprobación de una sociedad global a la que muchas veces se desconoce, hay una falsa realidad o una realidad paralela la virtual llena de imágenes conceptos y percepciones pocas veces coherentes con la persona tal cual. Un éxito comercial como si se tratara de un producto y en realidad si es un producto una imagen y el concepto que se crea a través de esa imagen. Se vende como producto y en el intercambio se gana aceptación de personas desconocidas en su mayoría.

La civilización del espectáculo, los romanos decían al pueblo pan y circo ahora el pueblo da pan y circo a la sociedad. La sociedad se ha convertido en una cultura de conceptos light fáciles de digerir y fáciles de concebir. No se es realmente ingenioso para obtener la aprobación social.

La cultura no es un concepto como tal se trata de una palabra cuya definición es cambiante como la misma sociedad.

BIBLIOGRAFÍA

El ensayo fue inspirado en el libro: “La civilización del espectáculo” del escritor Mario Vargas Llosa

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